Otocky


A cada año que pasa resulta más y más difícil asumir que Otocky fue pionero en los terrenos del videojuego musical y no una obra aparecida cerca de la madurez del género. Cuando en 1987 apareció para el Famicom Disk System, lo más parecido a un juego musical que se podía encontrar en las tiendas (en las japonesas, al menos) era Dance Aerobics, un primitivo antecedente del Wii Fit que se jugaba usando un controlador-alfombrilla con el que bailar a pisotones. En este contexto es muy posible que el jugador medio de los años ochenta  no supiese ni por donde empezar a hincarle el diente a la propuesta de Toshio Iwai, ingeniero sonoro, músico y artista interesado en complicadas instalaciones audiovisuales cuyas escasas incursiones en el mundo de los videojuegos (Sound Fantasy, Bikkuri Mouse, Elektroplankton) siempre han estado bailando en la línea que separa lo comercial de lo artie. Otocky tomaba la forma de un shoot’em up horizontal tradicional, aunque la belleza de sus fondos de severa abstracción geométrica, su singular mecánica y que el núcleo de la experiencia fuese que el propio jugador generara con sus acciones la banda sonora del juego -cada disparo una nota, cada bomba un arpegio, cada power up un nuevo instrumento musical- convertían en imposible cualquier comparación con los matamarcianos vecinos. En realidad, Otocky recoge una idea ya presente de algún modo en recreativas de sofisticado diseño sonoro como Space Invaders o Pac-Man, donde también recaía en el jugador la responsabilidad de elaborar la banda sonora de su partida, pero va varios pasos más allá y consigue un juego único y extrañamente gratificante basado en la interactividad con una banda sonora procedural años antes del iMUSE, de Masaya Matsuura o de REZ. Una de las joyas ocultas que con mayor celeridad debemos rescatar del rico catálogo del primer cacharro de Nintendo.


OTOCKY
Año: 1987
Desarrollado por: SEDIC
Jugado en: Emulador de NES.
Origen: Japón
Género: Shoot'em Up horizontal / Musical

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